Cierto género de vaso con un cañón torcido en muchas vueltas, e injeridos en él otros vasos menores, adonde, de uno en otro, se va evaporando o distilando lo que se saca por el alambique, con la fuerza del fuego, templado al modo que conviene. Por este instrumento se distila el agua ardiente de la sustancia del vino, y otras muchas cosas que pertenecen a la medicina y al regalo de los hombres. Urrea dice ser nombre arábigo embicum, del verbo embeca, que significa salirse la sustancia distilándose, como distila la vid cortada cuando la podan. Y de embicum hacemos embique y, con el artículo, alembique y «alambique». Y dice que también es su primaria significación salirse alguna cosa líquida, dando olor. Yo doy mucho crédito a Urrea, porque sabe la lengua magistralmente. Traer las cosas por alambique es traerlas por muchos rodeos, y que han de venir de mano en mano, como lo que se distila por el alambique de un vaso en otro, y de aquel en otros muchos. A un curioso de la lengua griega le ha parecido traer origen del verbo Λαμβανω, lambano, capio, deprehendo, attraho, porque tira afuera la sustancia de la cosa que se distila. Alambicarse el cerbelo es meterse uno en devaneos que le inquietan y gastan el juicio.