Árbol conocido. De ulnus se dijo «olmo» y, de allí, «álamo». Algunos quieren se haya dicho del nombre alnus, populus nigra. Y hay tres especies de álamos. La una se llama blanca, græcē λευκη, alba. La segunda, negra, græcē αγγειρος. La tercera, Lybica, græcē Κερκις. Pónelas Plinio libro 16, capítulo 23. Críase el álamo en las riberas de los ríos, como dice Ovidio, libro 5.
Cana salicta dabant nutritaque populus unda.
De donde tomaron ocasión los poetas de fingir que las hermanas de Faetón le convirtieron en álamos por las orillas del río Erídano, y que sus lágrimas se convirtieron en electro, que es el ámbar que nace como goma de algunos árboles, según opinión de muchos, y que se distile de los álamos tiénenlo por fábula, como lo demás. De las flores del álamo (conviene a saber de ciertas pelotillas, que vulgarmente se llaman ojos, que son las hojas pequeñas, cuando empiezan a brotar) se hace un ungüento que llaman ungüento populón, el cual mitiga todo dolor. Cerca de los antoguos, en cierta manera, el álamo era tenido por árbol infeliz, pro cuanto se cuenta entre los infructuosos. Y así, cerca de los rodios, se coronaban de sus ramas los mancemos que celebraban los juegos fúnebres, los de Tlepólemo, hijo de Hércules, a quien Sarpedón, hijo de Júpiter, mató en el cerco de Troya, adonde había ido en favor y ayuda de los griegos, con nueve navíos. Y pudo ser coronarse del álamo en memoria de Hércules, su padre, a quien dedican este árbol. Y cuéntase esta fábula que, cuando Hércules determinó de bajar al infierno, iba coronado de las ramas del álamo y, del hollín de aquellas tinieblas tan escuras, se volvieron las hojas negras por la parte de afuera. Digo escuras, y las de debajo, con el sudor que se les pegó de la cabeza de Hércules, salieron blancas. Por el álamo significaban el tiempo; conviene a saber, el día y la noche, y los solsticios, porque se vuelven las hojas. Y esto tienen común con la tilia y el sauce, y la oliva y el olmo. Plinio, libro 16, capítulo 23: Mirum in primis id quod ulmo tiliæque et oleæ et populo albæ et salici evenit, circumaguntur enim folia earum post solstitium. Háseme antojado que, por la semejanza que tiene el álamo al olmo, así en esta propiedad de volvérsele las hojas como a ser infructíferos, y amar las riberas de los ríos y lugares húmedos, y ser escuderos de honor y braceros de la vid, los castellanos confundimos el nombre y, por la semejanza que tiene el populo al olmo, le llamamos álamo, como especie suya. Dan por epíteto al álamo trémulo, Populus tremula, porque los piecitos de sus hojas, por ser sutiles y estar las hojas ralas, con cualquiera vientecico se menean. Y así dice el cantarcillo viejo y muy celebrado: «De los álamos vengo, madre, de ver cómo los menea el aire». Alameda: el lugar donde hay cantidad de álamos.