Testamentario, latinē testamentarius, a quien el difunto deja encargada la ejecución de su testamento y última voluntad. Por otro nombre, cabezaleros, porque se hallan a su cabecera en la enfermedad y en la muerte, por dejarle encomendada la ejecución del testamento. Dice Urrea ser arábigo, vasion, del verbo vaseya, que significa encomendar. En valenciano, malmesores, quasi manmesores, que meten la mano en la hacienda para disponer della, ejecutando la voluntad del difunto. Y, según esto, corrompido el vocablo, dijeron, con el artículo, al-vasea, y después, «albacea». Es de notar que la «b» y la «v» se reputan por una letra y se mudan la una por la otra. El padre Guadix dice que albacea se dijo de al, artículo, y guziya, que significa manda o legado. Juan López de Velasco, que viene del nombre arábigo guazi, simboliza con el nombre iguziya. Yo doy mucho crédito a Urrea, que sabe la lengua con mucho fundamento. Otros dicen, y pienso que es también del mismo padre Guadix, estar corrompido, mudado el acento de albacehá, que vale tanto como el con salud, en respeto del enfermo que la pierde, y la vida. Latinē superstes, el que queda con vida para ejecutar la voluntad del que muere.