Título grande en España, en Francia y en Inglaterra. Dice León de África que esta palabra es arábiga y vale capitán general de la armada. No discrepan mucho desto los que dicen ser vocablo púnico o africano, en cuya lengua, amiras vale tanto como príncipe. Antonio Nebrija: «Almiralle en arábigo, interpretatur Rex». Los más autores tienen por opinión ser nombre griego, corrompido de almirarchos, compuesto de αλμη, aqua salsa, y αρχος, princeps; αλιμηρης vale salsas, de donde le tomaron los franceses, según lo apunta Joachimo Perionio, libro De linguæ Gallicæ cum Græca collatione. Y no falta quien diga ser tomado de otro nombre griego μυριαρχος, myriarchus, que que vale tanto como el que preside sobre diez mil hombres, y tómase este número determinado por una gran multitud; de modo que
añadiéndole el artículo arábigo, dirá almyriarcho y, corrompido, «almirante». Otros le deducen de un solo vocablo griego αλμυρος, almyros, salsus, que es epíteto del mar, y de almiros, almirante, el que preside en la mar. Por otro nombre le llaman thalas sarcho y, trocado, archithalaso, compuesto de αρχος, princeps, o αλασσα, ης, mare pro aqua marina. Podemos concluir remitiendo al curioso a lo que verá dicho y dispuesto por la ley de Partida veinticuatro, título 9, partida 2, que empieza: «Maravillosas cosas son los hechos de la mar». Almirantes se empezaron a llamar ciertos géneros de tocasdos que en parte imitaban los de las romanas, cuales vemos en sus medallas, y diéronles este nombre por haberlos introducido unas señoras damas, hijas de un almirante de Castilla. Como llamaron papelinas ciertos géneros de tazas en que gustaba de beber un Pontífice, y a otras les quedó el nombre de imperiales, por haberlas mandado hacer el emperador don Carlos de aquella forma.