Antonio Nebrija: vectigal publicum, vel regium. Juan Parladorio, en el libro que hizo, Rerum quotidianarum, capítulo 3, número 1, hablando del alcavala, dice así: Hoc tributi genus exteri gabellam nostrates alcavalam apellant. De manera que alcavala y gabela es todo una cosa; es nombre hebreo, del verbo גַבַל gabal, limitare, porque del límite y tasa de las mercadurías, resulta lo que se ha de pagar de la alcavala, y así, de al-gabala, mudando la «g» en «c», decimos «alcavala». La gabela guardó su letra, y en hebreo se llama, גַבֵלֹות gabeloth. El vulgo cuenta una patraña, que el rey don Alfonso el Sabio, teniendo cortes en Burgos, dijo a los procuradores: «Dadme gente, o al que vala»; y de allí se llamó alcavala el socorro de dinero que le dieron. El primero que en Roma introdujo pecho, o vectigal, fue César Calígula, según lo cuenta Suetonio en su vida. Y en Castilla, el primero que impuso el alcavala fue el rey don Alfonso el onceno, como consta del capítulo 262, con algunos que se siguen de su historia, porque hasta llí tan solamente se pagaba la octava parte de las mercadurías que entraban de otros reinos, o se sacaban del nuestro para ellos. El cual derecho se llamó con nombre arábigo, almojarifazgo, como consta de la ley segunda, título 7, parte 5 y del título 22, con los que se le siguen, libro 9 de la Nueva Recopilación. Este género de tributo, digo el alcavala, no se le concedió al dicho rey don Alfonso perpetuo, sino temporal, para en tanto que duraba la guerra con los moros. Pero su hijo, el rey don Pedro, dicho el Cruel, o Justiciero, le volvió a imponer, y de mano en mano se ha hecho perpetuo. Pues, viniendo a su etimología, como los tesoreros o arrendadores de aquel tiempo que cogían el tal tributo fuesen judios, pusiéronle el nombre según su propio lenguaje e idioma hebreo, y llamáronle alcavala, del verbo קָבָל caval, que vale tanto como recibir. Y Diego de Urrea, no embargante esto, dice ser arábigo, del verbo cavele, que vale recibir. Pero notoria cosa es que la lengua arábiga es derivada de la hebrea, y así concurren en las raíces de muchos vocablos, aunque difieran en las terminaciones y en algunas vocales.