Comúnmente se toma por la piedra blanca o especie de mármol de que se labran estatuas, columnas, enlosados y otros adornos de arquitectura, y finalmente se hacen dellos vasos, en que se guardan preciosos ungüentos; y, porque estos vasos eran lisos, sin alas ni cosa relevada, sino a forma de los botes de los boticarios, el nombre de la forma del vaso se dio a la materia de que se hacía, la cual, por esta razón, se llamó alabastrites; Plinio, libro 36, capítulo 8: Lapidis genus est, colore candido, quem onychem a colore humani unguis nominabant. Díjose pues alabastro, latín alabastrum, græecē αλαβαςρον, de α, partícula privativa, y λαμβανω, apprehendo, como si dijésemos vaso sin asidero. Erant enim vascula sine ansis, quæ propter summam levitatem vix comprehendi, aut teneri possent. De manera que, siempre que en la Sagrada Escritura se hallaren estas palabras alabastrum unguentum, se ha de entender deste vaso o bote en que se guardaban los ungüentos olorosos. Pero, estando en la primera significación vulgar, decimos a la que tiene extremada blancura que es como un alabastro. Y alabastrino, término poético.