Es Cristo Redentor nuestro, a quien llamamos cordero, no en propiedad, sino en similitud, como en muchos lugares se llama vid, piedra, puerta, pastor, león, pero en razón de la mansedumbre, de la limpieza y castidad e inocencia y obediencia; y en cuanto fue sacrificado al Padre celestial por los pecados del género humano. Con gran propiedad se llama cordero, y la Iglesia instruída por el Espíritu Santo en el sacrificio dela misa, antes de la comunión, instituyó se dijese y se cantase la precación: Agnus Dei qui tollis peccata mundi, &c. Y el Bautista le señaló con este nombre: Ecce Agnus Dei. Agnus Dei, reliquia santas, que bendice el Sumo Pontífice y consagra el primer año de su pontificado y los demás, que regularmente dicen ser de siete en siete años. Está a cargo del sacristán y de los capellanes disponer la cera, en la cual entra de los cirios pascuales del año antes. Y, con gran curiosidad, limpieza y reverencia, y en diferentes moldes, sacan los Agnus de diferentes tamaños y diversas figuras en la una parte, y en la otra todos tienen el cordero, que da nombre a esta reliquia. Y, presentados a su Santidad, los bendice en la capilla y consagra con grandes ceremonias, echándolos en las bacías del agua que ha bendecido, derramando sobre ellas bálsamo y la crisma, dice muchas oraciones. La consagración de los Agnus Dei es muy antigua, y la devoción que con ellos se tiene. Léese que el Papa Urbano Quinto envió al Emperador de Grecia un Agnus Dei y, con él, ciertos versos muy devotos en que se declara la excelencia desta santa reliquia, pues vale para contra la tempestad, el fuego, los rayos, peste, y contra los incursos del demonio. Y así, debe ser tratada con mucho respeto y reverencia.