Padre universal del género humano, a quien Dios formó del limo de la tierra que, por haber sido roja y encendida de color, salió con la mesma calidad de ser rubio, de do tomó el nombre אָדָם, Adam, rubeus, del verbo דָם dam, que en la conjugación cal significa rubescere, y en la lengua santa todo hombre se llama Adán, y comprende ambos sexos. Génesis, capítulo 5: Masculum et fœminam creavit eos, et benedixit illis, et vocavit nomen eorum Adam, in die quo creati sunt. Cuatro nombres tiene el hombre en las sagradas letras. El primero, אָדָם, Adam, que vale terrenus. El segundo, אֱנוֹשׁ, Enos, dolens. El tercero, גֶבַר, Gebar, et גֶבֶר, Geber, vir fortis, robustus. El cuarto, אִש, Is, vir maritus.
Algunos han advertido que, del nombre de Adán en griego, Αδαμ, resultan las primeras letras de los nombres de las cuarto partes del mundo: Ανατολη, Anatolḗ, Oriens; δυσισ, Disis, id est Occidens; Αρκτοσ, arctos, id est Septentrio; et Μεσυμβρια, mesymbria, id est meridies. De aquí suelen sacar algunos conceptos, como decir que le crió Dios como señor de todo el mundo, el más provechoso de todos es, considerar que está formado de tierra y que en ella no tiene de qué ensoberbecerse, y lo que tuviere de bueno le ha de venir de la mano de Dios y floriarse en el que se dignó de vestir nuestra carne y la unió a sí en el divino supuesto, y la colocó en los cielos a la diestra de Dios padre. Y, como dijo San Juan Crisóstomo en un sermón de la Ascensión: Christus ascendens in cœlum nostræ naturæ primitias obtulit Patri. Voy siempre con miedo y recato de no traspasar los límites de mi instituto, y por esta causa no me alargo a más. Dice un proverbio: «Todos somos hijos de Adán y de Eva, sino que nos diferencia la seda».